Este relato es un extracto del libro Miz Tli Tlan: Un mundo que despierta, de José Hipólito Trigueirinho Netto.
A vuestro mundo:
La vida universal es un eterno juego
matemático, compuesto por ciclos que tienen ciertos aspectos
aniquiladores."Nuestro desarrollo tecnológico alcanzó grados asombrosos
de perfeccionamiento. Logramos efectuar, de modo controlado, incluso a
distancias fabulosas, la descomposición de la materia en unidades de energía y
también su recomposición. Los efectos de los residuos radiactivos eran
controlados."Esa práctica dio margen al surgimiento de usinas (o
estaciones) desintegradoras, en las que máquinas podían transformar energía en
personas, o proyectar energía hasta cualquier ciudad de la Tierra, en la que
otra máquina la incorporaba. Después se volvió común que cada individuo
dispusiese de su propia máquina."Prácticamente, para nosotros no había
secretos. "Gracias a nuestros conocimientos científicos podíamos hacer
casi todo lo que queríamos, inclusive prolongar la vida indefinidamente. Eso
era posible con el uso del proceso de hibernación que nuestro sistema social
permitía, y que consistía en permanecer durante años con las funciones vitales
suspendidas, bastando después la ingestión de una pastillita para que
volviéramos a la vida activa."
"La clase gobernante consiguió remediar
los inconvenientes de la aglomeración de seres vivos: consiguió controlar el
crecimiento excesivo que hubiera en las poblaciones, y la contaminación que de
ello resultaba. Por supuesto, fueron necesarios largos períodos para que todo
se normalizara, pues nuestro carácter pacífico nos imposibilitaba adoptar
cualquier medida agresiva con los que actuasen contra las normas. "En los
núcleos de asistencia, los recién nacidos recibían pastillas programadoras,
cuyo efecto impedía cualquier actividad violenta contra un
semejante. "Pero, empezaron a surgir graves problemas a causa de la falta
de avance de la consciencia en relación con el ininterrumpido progreso
tecnológico. Finalmente, en una fecha memorable, el consejo gobernante llegó a
pensar una solución para esos problemas. Desde aquel momento en adelante, para
evitar la muerte teníamos que contar con gobernantes cuyo poder de decisión
fuera total. Entonces, programaron una nueva raza, que colaboraba con el plan
evolutivo. Preparados para ignorar el mal y el bien, legislaron con
extraordinaria sabiduría."
Se limitó el crecimiento poblacional y, en
ese régimen, la concepción era controlada e inhibida. Además de eso, los
decrépitos, los caducos y los considerados socialmente irrecuperables eran
eliminados."Pero estábamos cometiendo un error. No habíamos advertido una
aberración en la estructura sobre la cual habíamos cimentado la sociedad
terrestre de la superficie: los motores de nuestra poderosa tecnología eran
alimentados exclusivamente con energía atómica. Conocíamos otras formas de
producción de energía limpia, pero estábamos satisfechos con el grado de
seguridad obtenido con el dominio de la descomposición del átomo. Obviamente,
en los primeros tiempos tuvimos que ocuparnos de los residuos radiactivos, los
cuales los colocábamos en cápsulas especiales, enterrándolos.
Después, conseguimos transformar esos
residuos, y, porfin, llegamos a lo que llamamos "cadena de consumo sin
pérdida". Era como si uno de los motores de hoy, movido por gasolina,
recogiese y reutilizase permanentemente, para su funcionamiento, la totalidad
de los gases generados por la propia combustión. Creíamos haberlo conseguido
todo, cuando uno de nuestros matemáticos advirtió que, imprevistamente,
después de cierto tiempo, (que vosotros medís en una centena de años) las
líneas espectromagnéticas de la energía reciclada ya no respondían a las
rígidas leyes que hasta entonces habían obedecido."Para decirlo de otra
forma: se rebelaron. Por consiguiente, ¿qué más podría significar tal anarquía
de las líneas espectromagnéticas del reciclaje atómico? Cuando lo supimos era
demasiado tarde. Nuestra ciencia había cumplido su ciclo y todos recordábamos
las sabias palabras del último filósofo: Sin embargo, la muerte está
ahí."El tenor radiactivo de la atmósfera comenzó a subir a pasos
agigantados, provocando agujeros negros en las capas de ozono que envolvían a
la Tierra. Rápidamente, se tomó inútil la maquinaria supercompleja que sustentaba
la estructura de nuestra civilización. Considerad que habíamos construido
verdaderos monstruos de la cibernética, capaces por sí solos de restaurar
partes de la maquinaria que se averiasen por cualquier causa. De manera que
algunas subsistieron por más tiempo, y se consiguió un regulador del
crecimiento del índice de radiación. Empero, eso de nada servía porque no nos
habíamos preocupado en conseguir inmunidad contra la radiación, a la que
incluso debíamos todo lo que éramos, así como hoy no buscaríais inmunidad
contra el agua de vuestros ríos, pensando que mañana ella podría convertirse
en un elemento de muerte."
"De repente, supimos que estábamos solos
e indefensos. "No habíamos progresado como raza; por el contrario,
permanecíamos en un ciclo primario: simplemente contribuíamos, sin saberlo, al
surgimiento, el esplendor y el ocaso de una supertecnología. La tecnotrónica
nos había dominado."Tuvimos que huir de las ciudades. Afortunadamente,
sabíamos hacia dónde dirigirnos, y procuramos hacer que el éxodo se cumpliese
estrictamente de acuerdo con pautas ordenadas por los gobernantes. Esos mismos
gobernantes habrían tenido que adoptar, otras medidas extremas para evitar
una explosión demográfica, y habían ordenado que las nuevas ciudades se
levantasen en cuatro anillos perfectos en tomo de la superficie del planeta,
pasando por el área que hoy llamáis Ecuador. Una de las cosas que os debo
advertir es que la topografía de este planeta entonces era diferente. La plataforma
continental era una amplia faja que ocupaba el espacio entre los trópicos, al
sur y al norte."
Donde hoy localizáis los polos, existían
vertientes marinas, esto es, vías de comunicación natural dispuestas a manera
de una red geométrica debajo de los mares, a través de las cuales las aguas provenían
del interior del planeta hacia la superficie y después retornaban
allá."En la actualidad, esa red está completamente fragmentada, y las
aguas salen del mundo intraterreno y vuelven hacia éste a través de cuatro
bocas situadas, según vuestra cartografía, en los triángulos Tokio, Shanghai,
Vladivostok, en el mar del Japón; Sidney-Melboume, Nueva Zelanda, en el mar de
Tasmania; Malvinas-Río Gallegos, Viedma, en el mar Argentino; y Bermudas, San
Juan de Puerto Rico, Bahamas, al norte del Océano Atlántico."La evacuación
de las poblaciones se hizo por etapas. Primero, los que residían en los anillos
interiores se trasladaron hacia los periféricos, a fin de que no aguardaran
hasta el último momento y se vieran obligados a atravesar un cinturón mortal
compuesto por las áreas en las que más se habían alterado las leyes. Mientras
tanto, proseguían los esfuerzos desesperados para encontrar una solución.
Empero, basados exclusivamente en nuestro propio conocimiento, y sin el apoyo
de los cerebros artificiales que inclusive llegaron a consolarnos mientras
nuestro sistema psíquico sufría la carga de los altibajos de la situación,
¿qué podíamos hacer?"Acostumbrados a emplear materiales de reciclaje como
fuente de energía, nos encontrábamos finalmente con una realidad con la que no
habíamos contado, y no teníamos medios de usar las fuentes más primitivas de
energía, controladas por las leyes naturales de la materia. Al haber quedado,
inadvertidamente, con el desarrollo de la consciencia en el nivel del progreso
tecnológico, permitimos que la materia la aventajara.
"¿De qué valdría intentar regresar a
aquellas fuentes, si ya no contábamos con aparatos que pudieran ser
alimentados con esos tipos de combustible?"Vosotros nos entenderíais si
imagináseis que os dijesen que deberíais retornar hoy a los barcos de vapor.
Podríais fabricar el vapor, pero ¿dónde están los barcos?"Fue entonces
cuando vino la crisis. Aquella sociedad perfecta, superdesarrollada, era nada
más que un parásito de un gigantesco animal tecnológico. El único parásito del
único animal. Muerto éste, ¿qué quedaba?"La decadencia fue rápida. La
capacidad de dar órdenes estuvo durante mucho tiempo relacionada con la
existencia de archivos completos de informaciones que preveían la necesidad y las
consecuencias de la orden emitida. ¡Se volvió tan difícil pensar por nosotros
mismos! "Muchos optaron por quedarse en las ciudades desafiando el índice
creciente de radiación. Se convirtieron, enseguida, en remedos de lo que
habían sido. Sufrieron deformaciones óseas, quedaron ciegos como consecuencia
de cataratas en el cristalino, y finalmente murieron por falta de coordinación
motora."Los que huyeron vagaron por las selvas por las que nunca nos
habíamos preocupado, y se enfrentaron con animales desconocidos, cuya
existencia ignorábamos porque los cinturones poblacionales estaban protegidos
por franjas de vacío absoluto. Bebieron aguas de riachos, y muchos perecieron
porque genéticamente habían perdido la codificación que los facultaba para
asimilar agua en estado puro."Otros cayeron al alimentarse. Habíamos
perdido casi toda la capacidad de adaptación al medio ambiente terrestre. "
Algunos se agruparon en células coordinadas,
tratando de sobrevivir a lo que los aguardaba. "Algunas pastillas les daban
el equilibrio neutrónico requerido por el organismo, y sólo con el uso de ellas
tenían seguridad de que los alimentos y el agua no se convertirían en sus
enemigos."La marcha fue muy dura. La superespecialización nos había vuelto
inválidos. Entretanto, seguíamos vivos, y pesaba la advertencia del último
filósofo: "La muerte está ahí". "Una de las opciones que teníamos
que lograr para sobrevivir era llegar hasta las vertientes marinas y alcanzar el interior de la Tierra hueca, en la que depositábamos
la esperanza de no ser devorados por la contaminación radiactiva. Pero, ¿cómo
lograrlo? "Si alguien que está en Filadelfia y que siempre usa el teléfono
para comunicarse con quien está en Nueva York, descubre un día que ningún
teléfono funcionará nunca más, ¿cómo se sentirá? "Vagamos por las selvas...
Nos asaltó la vejez y descubrimos que nuestra existencia como parásitos
caducos era miserable. Entretanto, la radiación había ¡alcanzado límites
intolerables y los sobrevivientes se apresuraban rumbo a los litorales,
persiguiendo el horizonte marino. Tremendos cataclismos fragmentaron la capa
exterior de la Tierra en millares de pedazos, como si una explosión descomunal
hubiese dado cuenta de nuestro mundo devastado.
Y en medio de ese holocausto, nuestra raza
proseguía manteniendo sus arquetipos."Evitando que los debilitados
procreasen conseguimos seleccionar parejas que pudiesen servir como
reproductores en laboratorios, y en las condiciones más inhóspitas conseguimos
que, a partir de tres de ellas, fuesen engendradas criaturas perfectas. Criados
en las selvas, desconociendo los beneficios de los cuales sus ancestros habían
usufructuado, los pequeños iniciaron una nueva sociedad. "Hablaban poco,
como nosotros. Hacía tiempo que habíamos renegado del lenguaje hablado, para
optar por las transmisiones de cerebro a cerebro, gracias a los buenos oficios
de captadores extracerebrales suministrados por el gran monstruo tecnológico
que nos amparaba. Después de eso fue muy difícil volver a hablar, y algunos
jamás lo consiguieron. "Uno de los grupos coordinadores asumió la tarea de
relatar lo que sucedió a los terrestres, según la simbología entonces existente
para las comunicaciones. Así lo hizo para legarla a los nuevos hombres que, a
su vez, ya empezaban a tener hijos, iniciando, con un cambio de código
genético, una nueva cadena biológica "Esta es la historia de la raza de
los que viven en las profundidades de la Tierra: la raza de los que tuvieron
que soportar mucho más que vosotros para resurgir de las cenizas de una
civilización. Está aquí relatada y podría servir de base para los hombres de
hoy, si éstos quisieran valerse de esa experiencia vivida." Mientras el
mundo de la superficie se desmoronaba entre innumerables cataclismos, nuestra
civilización co-menzó a resurgir de modo pausado, pero firme.
La nueva Tierra, en el centro del planeta,
nos brindaba sus recursos, de la misma forma que la anterior, pero con una
diferencia fundamental: nos permitía comenzar de nuevo, a partir de la
no-contaminación. Era 'la segunda oportunidad', de la que hablarán los
filósofos. Sólo entonces supimos cuán importantes eran ellos para cualquier
comunidad. Los filósofos sabían más que cualquier supermáquina y, sin embargo,
¡llegamos a burlarnos de ellos!"Fue necesario que pasaran cerca de
cuatrocientos siglos para que volviéramos a sentirnos fuertes y supiéramos que
habíamos llegado de nuevo al punto exacto en el que los caminos se bifurcan, en
el que los forjadores de la raza se equivocaron y empezaron a declarar
su muerte. Supimos aprovechar la segunda oportunidad, siguiendo fielmente los
postulados del decálogo que habíamos heredado de los "primeros",
decálogo que la tradición se encargó de mantener vigente. Había en él cosas
que hablaban sobre la experiencia vivida en la superficie de la Tierra,
y que durante milenios no pudimos entender. Sólo de a poco, con el progreso de
la nueva ciencia, las indicaciones llegaban a tener sentido para nosotros,
como por ejemplo: "La energía atómica es causa de muerte, no debe ser
empleada". El redescubrimiento que hicimos del átomo develó el sentido de
ese primer artículo, el cual nos alertó para no seguir profundizando su
estudio. Esta vez optamos por buscar la energía del magnetismo, pero
descubrimos que campos magnéticos de determinadas intensidades producen
alteraciones físicas en los objetos y en los seres. Entonces, abandonamos ese
sistema y ensayamos otros, hasta que nos decidimos por la energía obtenida a
partir de la captación de 'fotones', provenientes de las estrellas,
los cuales nos llegaban del exterior a través de canales o pozos
intermagnéticos. Gracias al conocimiento y al dominio de esa energía,
conseguimos penetrar en las zonas aún más interiores del planeta, que
suponíamos siempre oscuras.
Así pudimos construir nuevas ciudades y
suspender finalmente las restricciones impuestas al control de la natalidad.
Nuestra raza seguía creciendo, y no faltaron los que, estimulados por los
filósofos, partieron en busca de la tierra original, o sea, de la cuna de
nuestra especie. Se dirigieron hacia las vertientes marinas, y pasaron por los
terrenos helados que nuestros antepasados desconocían y que fueran una
consecuencia del desastre ecológico causado por ellos. Llegaron al suelo
continental, después que atravesaron amplios sectores marinos. Según vuestra
cartografía, atravesaron Terra Victoria, siguieron por mar hasta Nueva
Zelanda, de allí fueron a Australia, y por la Melanesia llegaron al Japón y
a las costas de la China entre Cantón y Tientsin."De los que partieron,
fueron pocos los que volvieron. Vinieron maravillados por la luminosidad de los
días, por el cielo azul, por la brisa marina, por la prodigalidad de la
vegetación que ofrecía sus frutos sin necesidad de cultivo, y por la cantidad
de animales salvajes disponibles para la caza, deporte que descubrieron
accidentalmente y que los fascinó. "Nuestros gobernantes decidieron
estudiar el año geofísico del exterior, con el propósito de verificar las
condiciones allí existentes para el progreso de la vida. Los resultados fueron
magníficos. Se verificó que durante miles de años no se habían registrado
señales de la eclosión radiactiva que afectara a nuestros antepasados. La
naturaleza, lenta pero implacablemente, eliminó todos los vestigios de la
contaminación."Fueron miles los que desearon, a partir de ahí, abandonar
la tierra interior y más de una vez, como ya había sucedido en nuestra
historia, fue necesario que los gobernantes tomasen una decisión capital: nos
prohibieron dejar el mundo interior para evitar que llegáramos al punto de
degeneración que alcanzáramos cuando éramos hombres de superficie.
Los gobernantes otorgaron un plazo, para el
regreso de los que habían partido vencido este plazo, no serían admitidos más,
pues ya tendrían hasta otra conformación física. La unidad de la raza
intraterrena quedó a salvo, quienes no regresaron constituyeron la base que
dio origen, en la superficie de la Tierra, a la raza amarilla, fundada en la
China, en el Japón y en la costa oriental de México y en el extremo sur de la
Argentina. En verdad, antes de eso, había en la China hombres blancos y negros;
los amarillos que hoy conocemos son intraterrenos en su origen. Las fugas del
mundo intraterreno ocurrían a través de los conductos naturales, que bajo los
mares, comunicaban a los mundos de superficie con los del interior, pero
estaban siendo controladas. El año geofísico del exterior reveló algunos hechos
interesantes, además de la ausencia de radiación en el medio ambiente. Supimos
que la raza humana no había desaparecido totalmente de la superficie de la
Tierra, sino que, debido a las tremendas mutaciones que sufriera con el tiempo,
presentaba dimensiones ligeramente diferentes de las nuestras, y
transformaciones radicales en sus aspectos fisonómicos. Efectivamente, no
encontramos más representantes de la raza original; en cambio, nos encontramos
con negros y blancos idiotizados y casi en estado animal.
"También pudimos verificar que nuestra
fuente permanente de agua para los anillos interiores se mantenía intacta. Nos
referimos a lo que llamáis Lago Baikal, en Siberia. En sus alrededores
encontramos algunas colonias de animales que tenían, casi con exactitud, las
características que la tradición otorga a los que convivieron con nuestros
antepasados en el exterior. "Ahora, cuando la lenta evolución dotó de una
buena inteligencia a los hombres que habitan la superficie de la Tierra, ellos
se apresuran a caer en la misma trampa que redundó en la destrucción de la raza
primigenia. El primer paso en esa dirección fue la fabricación de la bomba
atómica, artefacto cuya peligrosidad no tiene límites y que servirá para
edificar gobiernos de terror, lanzando al mundo a un desastre total. Un
desastre que tal vez también nos envuelva, porque no es posible conocer la
magnitud que puede alcanzar una confrontación en la que participe el armamento
nuclear. "No estamos dispuestos a permitir que ello acontezca. Por eso,
advertimos de ese peligro al mundo de la superficie, a través de sus países más
representativos. Queremos que formen una comisión internacional contra el uso
de la energía nuclear para fines bélicos."Que la cautela
esté entre vosotros."
"Conviene aclarar que existen tres tipos
de mundos, y que a pesar de que siempre se deseó la integración de las
civilizaciones que los habitan, ellas nunca llegaron a relacionarse realmente.
Está el mundo extraterrestre del cosmos, el mundo intraterreno de la Tierra
hueca, y el mundo de la superficie. Este último marcha rápidamente hacia la
destrucción que nuestros antepasados tampoco pudieron evitar, y que cierta
vez convirtió al planeta Tierra en gigantesca tumba repleta de cadáveres
hediondos, ruinas y desolación. "Eso aconteció en una época remotísima,
fuera de la posibilidad de vuestros cálculos. En aquel tiempo, el hombre fue
testigo de los hechos, pero nada pudo hacer. Toda civilización alcanza el punto
máximo de desarrollo y desaparece a continuación, abrupta o gradualmente. Se
consume como los astros.
Este libro fue escrito con la intención de preparar para una nueva vida a los hombres que habitan la superficie de este planeta y no con la de formar movimientos sectarios, místicos o religiosos. El mensaje en él contenido no fue manifestado para cristalizar ideas, doctrinas, y tampoco para crear ídolos.
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